Difícilmente le seguíamos el paso a Ranjan que iba encabezando la caminata y de vez en cuando se perdía entre los puestos y la gente. Entre dos locales había una delgada puerta que conectaba a un patio central por medio de un obscuro pasillo. Entramos. Al llegar al final había una especie de vecindad y en el centro había un gran y robusto árbol. Había aproximadamente 10 o 12 puertas que daban acceso a pequeños cuartos. Pensé que aún no habíamos llegado al registro, lo imaginé como una oficina con máquinas de escribir, dependientes de gobierno y grandes libreros con tomos de los registros anteriores. "Pasen -dijo Ranjan- ya le fueron a avisar a la persona que tomará el registro". La habitación era pequeña, sin muebles mas que las viejas alfombras que cubrían el piso. Afortunadamente era fresco y por un momento pudimos parar a descansar. Llegó el brahmán, era un hombre de entre 40 o 45 años que había dedicado su vida -siguiendo la tradición familiar- a mantener los registros de ciertas castas de India. Salió del pequeño cuarto y regresó con con un gran fajo de hojas unidas entre sí por un delgado cordón. Deshizo el nudo y extendió las hojas, mientras buscaba Rajan nos explicó ,''Esta familia de brahamanes ha mantenido el registro de toda mi famila (Gaur) desde el nacimiento de la misma. Ellos son los encargados de mantener la información intacta de nacimientos y defunciones".
Intercambiaron algunas palabras y comenzó a anotar en sánscrito nombres, fechas y lugares. Al finalizar pidió a Rajan que firmara y pidió un testigo, esto para rectificar que un miembro de la familia había sido quien verdaderamente registró el nacimiento. Intercambiaron unas palabras. Ranjan nos dijo, "les quiero pedir que firmen como mis testigos". Bang ! Nuestros nombres quedarían escritos en un libro cuya entrada más antigua tiene aproximadamente 300 años. Nos pidió nombres, procedencia y los más importante, la relación con la familia . Ranjan contestó, "amigos de la famila Gaur". Tembloroso tomé la pluma de tinta azul y plasmé mi firma, lo mismo hizo Eduardo. Se agradecieron entre ellos y un simbólico pago dio por terminado el trámite. Tomó el libro, lo enrolló y lo anudó.
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