sábado, 22 de mayo de 2010

How High the Moon at the House of Blues II



Después de haber caminado casi 20 minutos finalmente llegué a The House of Blues & Jazz, entré al lugar y al fondo se escuchaba el quinteto tocando Jazz de los años 50. La reservación estaba hecha y lo único que me faltaba encontrar era la mesa donde estarían Carlos, Luis y Eduardo. Finalmente, casi frente al escenario estaba la pequeña mesa con una verde y elegante botella de The Glenlivet y un contenedor con hielos. Me acomodé como pude en una silla y la noche comenzó. El grupo que tocaba era de Nueva York y según lo que me platicó Eduardo fue que estarían en Shangái por alrededor de 3 o 4 meses. Es un quinteto compuesto por violín, armónica, guitarra, contrabajo y voz. De pronto la mezcla del alcohol y la música nos comenzó a transportar a la época del Rag. Cuando le vimos el fodo a la botella de whiskey estuvimos en la disyuntiva de pedir otra o simplemente acabarnos lo que nos quedaba en nuestros vasos y ya. Como buenos mexicanos en China decidimos pedir otra dosis de la misma medicina. "Lamentablemente" no había otra botella de Glenlivet disponible en la cava, sin embargo, nos trajeron 1lt. de The Singleton, agua y más hielo.

La noche siguió su rumbo, el lugar es muy acogedor y está adornado ad hoc al tema. La madera cubre paredes y columnas de manera elegante, la suave luz amarilla juega con los elementos arrojando un leve tono sepia en el lugar. Si a esto le sumamos la música basta con cerrar los ojos y en un instante estábamos en un bar de jazz de mediados del siglo 20. El quinteto era sensacional y como dijo Eduardo, "hace tiempo que no escuchaba una voz como esa sin el "gis" de un vinil". Los solos de violín, guitarra, saxofón y armónica adornaban las canciones mientras la talentosa chica que cantaba imitaba al violín con su entrenada voz. La segunda botella comenzó a dejarse sentir en el cuerpo hasta el punto que la combinación con el sonido ponía "la piel chinita" -ahora sé de dónde viene el dicho-. Eran las 12 a.m. y como cosa hecha a propósito el tiempo corrió más lento, cuando se dan eventos como estos la noche o el día se pasan volando. Sin embargo, en esta ocasión el tiempo fue generoso y decidió alargar los minutos y las horas. En un descanso de la banda el integrante que tocaba la armónica se sentó en nuestra mesa. Comenzamos a platicar y nos dijo que estaban de paso en Shanghái pero que eran de Nueva York. Ya tenían tiempo tocando en la ciudad y regresarían a su ciudad dentro de algunas semanas. Antes de que se acabara el vaso con whiskey tuvo que regresar al escenario a completar su penúltimo o último set.


2 a.m. El grupo acabó de tocar y la gente comenzó a salir , justo a un lado de nuestra mesa había un par de fotógrafos y camarógrafos que parecían estar haciendo un reportaje del lugar y del quinteto. Acabada la música las dos mesas se unieron y a éstas algunos de los miembros del grupo. Jake era el guitarrista y resulta que su abuela era -si es que ya no está en este mundo- de Michoacán. Le comenté que era de México y que estaba de vacaciones en la ciudad. Poco a poco el líquido de la botella comenzó a tocar fondo al igual que los hielos en el contenedor. Un mesero se acercó para cobrar la cuenta y para informarnos que pronto cerrarían. Todos salimos del lugar, sin embargo, había fiesta por delante. Como siempre y después de los tragos, el hambre se hace presente. Nos coordinamos para irnos a un lugar cerca de ahí donde se pudiera comer y seguir con la fiesta.


Llegamos a un lugar donde vendían dumplings y estaba abierto las 24hrs. Nos instalamos Eduardo, Luis, Carlos, Jake (el guitarrista), Tamar (la vocalista), Christobal (uno de los fotógrafos) y Tina (la anfitriona del programa). Jake llevaba su guitarra y no tardó en sacarla para comenzar a alegrar la noche. Algo pasó -que verdaderamente no recuerdo- y de un momento a otro y tenía la guitarra y estábamos cantando El Sinaloense. La fiesta se comenzó a animar en el restaurante que se unieron un par de chinos que estaba un unas cuantas mesas. Luis trajo más cerveza y pedimos vasos para compartir con la gente. La fiesta comenzó de nuevo. Eran casi las 5 a.m. cuando salí a fumar un cigarro con Carlos y ya estaba casi amaneciendo. Pedimos un taxi y en cuestión de minutos llegó el auto. Ibamos equipados, llevábamos cerveza y música. Nos dirijimos al departamento a descansar, para el día siguiente teníamos planeado visitar un restaurante cerca del depa donde venían noodles. Protocolo necesario para quitar la cruda.


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