miércoles, 27 de mayo de 2009

El Sistema, Abreu y la Música en Venezuela

¨Lo más miserable, lo más trágico de la pobreza no es la falta de pan y de techo, es el sentirse nadie, el no ser nadie (...) el ser ignorado.¨ José Antonio Abreu (1939- )


Hace un par de años me enteré que Gustavo Dudamel iba a estar en Monterrey dirigiendo a la Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela. Desafortunadamente no pude ir a ver la fantástica formación de músicos sudamericanos. Tiempo después leí en un artículo del NY Times acerca de la trayectoria de Dudamel, fue nombrado Director de la Orquesta Sinfónica de Los Angeles. Me interesé más en su carrera y seguí el rastro hasta sus inicios, fue ahí donde encontré lo que consideré el catalizador de su éxito y una filosofía revolucionaria en el ámbito musical.

Cuando uno escucha la palabra ¨Venezuela¨ las ideas comienzan a fluir y usualmente comienzan con Chávez, después viene el petróleo, lo siguen Miss Universo y la Cascada del Angel hasta llegar a Simón Bolívar, el Libertador de América. Sin embargo, cuando se habla de música, pocos conocen la trayectoria de un economista, pianista y político quien ha rescatado del olvido a la clase baja venezolana. José Antonio Abreu nació en Barquisimento al igual que Dudamel y desde 1975 ha transformado la vida de más de 250,000 jóvenes cuyas mentes se ocupaban en subsistir al caótico sistema social del país sudamericano. ¨El Sistema¨, como fue llamado, ha transformado la vida de cientos de familias venezolanas a través de la música. Ha sido la base para el desarrollo de excelentes directores de orquesta y padres de familia. Recientemente Abreu fue reconocido por el Premio TED como un revolucionario social, a continuación les comparto sus palabras durante su nominación.




domingo, 24 de mayo de 2009

Becho-y-apapacho-en-la-Mula-lla


Era la noche del martes y estuvimos platicando por algunas horas en el patio del hostal. Todo después de haber ido a comer un buen plato de camarones agridulces, tofu con salsa de cacahuate, arroz frito y un poco más de 7 cervezas en el restaurante de nuestro amigo. La luz en el interior del hostal apenas alumbraba la cara de Rui, Sasha, el francés (que nunca supe cómo se llamó) y yo. Deborah fue a verificar su cuenta de correo y luego a dormir. La siguiente mañana me esperaba una caminata de 8kms. por la Muralla y yo estaba sentado -a las 3:30 a.m.- con una botella de cerveza en la mano y 4 vasos vacíos esperando a ser llenados. La madrugada se perdió entre las calles de Lisboa, la Plaza Roja de Moscú y el tequila de México. Los cigarros comenzaron a llenar el cenicero y la pequeña vela rodeada por la pantalla de cristal rojo de pronto se apagó.


Amaneció. Apenas dormí una hora y media cuando los pájaros en el patio comenzaron a cantar. Viajé con Deborah hacia el norte de Beijing por alrededor de dos horas y media hasta llegar al punto donde iniciaríamos nuestra caminata. Bajamos del camión junto con las demás personas del tour, caminamos hacia la base del cerro que conectaba con la Muralla por medio de una escalera de piedra. El zig-zag y la inclinada pendiente fue una probadita de lo que vendría más adelante. El sol caía como plomo, las delgadas nubes hacían que el paisaje se viera como envuelto en humo. El guía nos dijo (en chino), ¨tenen-cuatlo-holas-pala-caminal-son-tleinta-toles(torres)-ocho-kilómetlos-si-no-llegan-se-quedan." Fue ahí donde comenzaron a temblar las piernas y el corazón se agitó. Comenzamos a caminar. La segunda o tercer torre fue un reto, la altura nunca la supe, pero los escalones habían sido fabricados para que no los subieran ni los mongoles al invadir ni los turistas con pésima condición. Dejé parte de mi alma en ese lugar. La mochila pesaba muchísimo, me sentía como el Pípila en China. Al cruzar la torre Deborah me comentó que desde que comenzamos una mujer me siguió. Era una señora entre sus 40´s y 50´s que cargaba un gran bolso con refrescos, agua, camisas, souvenirs y sobre todo, el clásico y fabuloso abanico chino. No tengo Rayos X en los ojos pero después les diré cómo me enteré.


Con una agilidad impresionante la mujer subía y bajaba escalones, de vez en cuando me empujaba y me ofrecía agua. Por ahí de la torre 13 el calor se intensificó, me quité la mochila, la abrí y saqué el bote con agua. De pronto, la mujer sacó un gran abanico del bolso y comenzó a hecharme aire. Era como si el emperador estuviera recibiendo las atenciones de sus súbditos. Se lo agradecí -sin que entendiera- con el fin de que lo dejara de hacer, sin embargo, continuó. A medida que avanzábamos me ofrecía una playera, un llavero, agua e inclusive postales. Yo, por el otro lado, iba concentrado en cada paso que daba y contando cada torre que cruzaba. Al llegar a la torre 22 todo se iluminó y no fue precisamente por el sol. Era el punto del recorrido donde comenzaba el descenso y todo seria más fácil. Mis fotos comenzaron a mejorar, la sonrisa volvió a mi cara y mi amante se desapareció. Lamentablemente no le compré nada, otro gramo más en mi mochila y juro que la dejaba por ahí olvidada. Sin embargo, tengo una fotografía de ella. Deborah, por el otro lado, se preocupó por guardar un video de aquel bello momento.


p.D.1. Deborah: Donde quiera que estés, mándame el video. No la puedo olvidar...

p.D.2. Lector: La susodicha se encuentra en la primer fotografía del lado derecho (siempre tan sonriente)...


viernes, 22 de mayo de 2009

Chu-chu-train, Shanghai

Finalmente llegué a Shanghai después de 16hrs. de vuelo, 6 whiskeys, un par de películas y unos 10 capítulos de Two and a Half Men. Recogí mi equipaje y me dirigí a sacar algo del dinero en el cajero ya que no traía ni un dólar y mucho menos un yuán. Encontré un banco justo a la salida de aduanas y me acerqué para disponer de efectivo. Por alguna razón ninguna de mis dos tarjetas de débito estaba funcionando en ese momento. Tardé aproximadamente 20 minutos en encontrar la cantidad justa para que la maldita máquina escupiera los yuanes. Mi amigo René me recomendó que si iba a Shanghai por ningún motivo dejara pasar la oportunidad de viajar en el tren Maglev que va desde el Aeropuerto de Pudong a una de las líneas de metro. Vi el anuncio y me puse en marcha para buscar el mostrador y comprar el boleto. Después de 300 km/hr, 50 yuanes y 8 minutos y medio de viaje se acabó la diversión.

Transbordé en una de las estaciones para llegar hasta el centro de Shanghai donde se encuentra la Estación de Trenes. Al salir del subterráneo la ciudad estaba oscura, la lluvia no dejaba caer y cientos de chinos cruzaban la explanada frente al lugar. Las paredes de luz iluminaban perfectamente el lugar mientras las gotas en mis lentes me impedían ver con claridad. Caminando entre la gente escuché a lo lejos un hello. Era un estadounidense que también estaba un poco perdido entre toda la gente. Me preguntó que a dónde me dirigía y le contesté que deseaba tomar un tren a Beijing. Me comentó que viajaba con su novia y también tenían la intención de comprar un boleto pero a otro destino. Me apuntó el edificio a donde teníamos que ir para comprar boletos. Una vez que entramos comenzó la confusión. En las paredes había grandes anuncios con pequeñas luces que formaban los caracteres y los números, sin embargo, en ninguno se podía leer en inglés. Fácilmente había alrededor de 150 personas tratando de comprar boletos amontonados (no en filas) frente a los cajeros protegidos por el cristal. Se escuchaban gritos y regaños por todos lados. Encontramos en una esquina un mostrador donde se leía, ¨English Speaking¨. Nos acercamos y tratamos de comprar los boletos en medio de aquel caos. El ruido provocado por la gente, la lluvia y el excesivo volumen del parlante frente a mí hacía difícil la labor de comprar un simple papel.


Conseguí el papel con caracteres chinos y unos cuantos números,luego me despedí del güero. La lluvia se intensificó y corrí hasta la puerta de la estación para cumplir con los trámites de seguiridad. Entré en un gran lobby y fui recibido por dos inmensas máquinas de Rayos X. Mis maletas pasaron la revisión y las recogí al final de la banda. Subí por las largas escaleras eléctricas para llegar al segundo piso donde me estaba esperando un anuncio -con foquitos y similar al de la otra oficina- con un código indescifrable. Miraba el papelito y los focos tintineantes para ver quién me daba la respuesta de hacia dónde me tenía que dirigir. Finalmente encontré el tren y el andén. Llegué a mi camarote, era como un premio al caótico recibimiento que me dio Shanghai. Acomodé mis cosas, me quité los zapatos, acomodé la almohada y a dormir. 12hrs. después (7a.m) estaba en Beijing lidiando con un taxista.

miércoles, 20 de mayo de 2009

El Mapa del Cuerpo

Desde hace algunos años me he interesado en leer acerca de la reflexología, acupuntura, moxibustión y en general acerca de los masajes. Manos, cabeza, pies, brazos y manos son puntos interesantes para practicar dichas disciplinas. Caminando por Beijing con Deborah, después de un día de 35 grados centígrados, un sol asiático agobiante y una caminata de 2 horas por el Palacio de Verano, decidimos ir a comer cerca del hostal. Encontramos un pequeño restaurante donde nos atendían como emperadores siendo simples mortales. Antes de comenzar a comer el dueño nos ofreció un cigarro, posteriormente vinieron 600ml. de cerveza fría. Sirvieron los tres platos con arroz frito, camarones con cacahuate y salsa agridulce y finalmente los clásicos fideos. Durante la comida Deborah me comentó, ¨todo está perfecto, lo único que nos falta para cerrar la tarde es un masaje de pies.¨ Con los palillos en la boca simplemente moví la cabeza estando de acuerdo con su comentario.


Pagamos. El sol seguía castigando las acercas y los sombreros chinos, antes de doblar la calle para llegar a nuestro hostal vino la iluminación. En un estética, en un cartelón grande a colores y caracteres chinos estaba dibujado un par de pies con su respectivo mapa reflexológico. Seguimos caminando y finalmente decidimos parar a preguntar si había masajes de pies. La chica que nos atendió apenas nos entendía, nosotros apuntábamos al cartelón (específicamente al riñón en el mapa reflexológico) mientras a ella los ojos se le volvían redondos. Finalmente logramos comunicarnos y nos ofrecieron dos masajes de cuerpo completo por 120 yuanes. Entramos por el pequeño pasillo esquivando las sillas de la estética y una tina con un trapeador. Antes de entrar al cuarto, pues creí que ambos estaríamos en la misma habitación, una de las chicas me indicó que subiera por una angosta y empinada escalera. Obedecí.


Entré en un pequeño cuarto donde había solamente una cama y una ventana, me hizo una seña para que me recostara boca abajo. Me quité las gafas, el reloj, los zapatos y mi backpack. Comenzó por los pies, después las pantorrillas, los muslos y luego hizo un alto en la siguiente estación. Estuvo por casi 10 minutos dándole masaje a mis nalgas y pensé, ¨con la caminata y el masaje definitivamente voy a salir como todo un figurín.¨ Siguió con la espalda baja, espalda alta, los brazos, las manos, el cuello y finalmente la cabeza. Para cuando llegó a la parte superior del cuerpo los párpados pesaban como plomo. Posteriormente me volteó boca arriba y comenzó de nuevo, en la misma dirección pero sin escalas. Terminó 15 minutos antes de la hora, de pronto me tomó una mano y puso la suya en mi bícep. Como diciendo, ¨tu-taz-fuerte-mano-grande." Y le dije, con señas, ¨yo-masaje-espalda-tú.¨ Y se hizo la luz, me dio la espalda y comenzó otro masaje. Al cabo de 20 minutos recogí mis cosas y salimos. Al bajar me regaló un vaso con agua y la tarjeta del lugar. Deborah y yo seguimos nuestro camino al hostal, ella quejándose del fiasco del masaje y yo con una pequeña sonrisa. De algo sirve tocar guitarra.

domingo, 17 de mayo de 2009

Peking Youth Hostel

Desde que la economía no está del todo bien, siempre busco la opción de quedarmen en un lugar económico pero con personalidad. Debido a que los hoteles a veces no son la mejor opción para el bolsillo, he enontrado hostales que cumplen con los requisitos de cualquier viajero. Baños y cuartos limpios, Wi-Fi o internet gratuito, cocina, lockers, lavandería y servicio para coordinar tours. Navegando en la página de Hosteling International (www.hihostels.com) econtré algunas excelentes opciones para alojarme durante mi viaje a China, principalmente en Beijing, Guilín y Shanghai.


Llegué durante la mañana a Beijing después de 12hrs. de viaje en tren desde Shanghai, afortunadamente descansé. Busqué la forma más rápida de llegar al hostal para no perder tiempo y comenzar a conocer la ciudad. Un taxista me hizo una señal para que subiera a su auto, le mostré el folleto del hostal al que me dirigía y solamente movió la cabeza de arriba hacia abajo (me pareció que entendió a dónde quería ir). Después de haber cruzado media ciudad y haber pagado 78yuans (13USD)* llegué al Peking Youth Hostel ubicado en un hutong cerca de la Ciudad Prohibida. (*El precio que usualmente se paga desde la estación de tren hasta el hostal es de 3USD, ni modo, me vio con cara de turista)


Me recibieron en la recepción con una sonrisa y un inglés que apenas se entendía. El lugar es excelente y tiene una decoración que lo hace muy cálido. Cuenta con grandes estantes repletos de libros de consulta y literatura, de igual manera, tiene un patio central forrado de plantas y pequeñas fuentes que tranquilizan el cuerpo. Recomiendo ampliamente el lugar para quien decida visitar Beijing.


Dormitorio por noche: 15USD-17USD
Desayuno Americano: 4USD
Internet/Wi-Fi: Gratuito
Cerveza/botella: 1.25USD
Tour a la Muralla China: 35USD/40USD (Vale la pena!)

Paso a paso: Se encuentra a 10 minutos de la Ciudad Prohibida, a 15 minutos de Tian'anmen, a 10 minutos del Mercado Nocturno de Comida y a 10 minutos de la estación de metro más cercana.

Más información: worldphotojournalist@hotmail.com

Tian'anmen, Beijing





Instrucciones:

  1. Dar click en "Ver todas las fotos", se abrirá la página de Slide.
  2. En la esquina superior derecha dar click a la opción ¨Full Screen¨.
  3. Enjoy!

Aviones, trenes y fideos: una probadita de China

Usualmente publico las fotografías de mis viajes en Facebook, sin embargo, en esta ocasión no sé qué sucedió que el sistema estuvo rejego. Aunado a esto, el desfase de horario hizo que me despertara a las 4:00 a.m. siendo que traté de irme a la cama a la 1 a.m.. Diambulando entre el refrigerador y mi cuarto decidí volverme a pegar a la pantalla de la computadora para terminar un video. A continación les comparto 4 minutos y 9 segundos de un clip que incluye imágenes y video de mi viaje a China. Como el título lo dice, es solo una ¨probadita¨ de mi viaje por el país asiático que duró 15 días. Espero sus comentarios y esperen más entradas en mi blog, tengo una buena cantidad de anéctodas por compartir.

Zhalhudoz,

viernes, 15 de mayo de 2009

Dentro en la Boca del Dragón: China

Durante el viaje recibí algunos correos y notas referentes al trato que se le estaba dando a los mexicanos que trataban de ingresar a China. La verdad, la única situación que tuve fue al llegar al aeropuerto de Pudong en Shanghai, me provocó una espera de casi 45 minutos mientras nos tomaban la temperatura. Fuera de ahí no pasó nada relevante mas que las experiencias de viaje que siempre están presentes. Haciendo un recuento de mi viaje, para ponerlo en numeros: volé más de 40 hrs. para completar el itinerario, recorrí por tierra mas de 2,000 kms. en tren, estuve por espacio de 25 hrs. en un tren que salió desde Beijing a Guilin, recorrí durante 4hrs. el Rio Li en un barco para llegar a Yangshuó, estuve en 3 hostales en 3 diferentes ciudades, mi tiempo de espera en aeropuertos y estaciones de tren fue mayor a 10 hrs., comí más de 10 platillos diferentes, 3 marcas de cerveza, tengo 4 nuevos amigos que traen el mismo flow de los viajes, vi a más de 1,000 chinos y me hice amigo de uno. Todo eso en 15 días. Todo eso, como diría mi mamá, "por andar de arriba para abajo."

Me fascina viajar, creo que para eso estoy hecho. Solo me falta una cosa, que me paguen por hacerlo, en eso estoy. Estuve en la Boca del Dragón.

viernes, 8 de mayo de 2009

Xi-ngada-mad-re!

Desperté temprano para arreglar el equipaje ya que a las 4:10 p.m. tenía que estar en la estación de tren de Beijing. Comencé por acomodar mis cosas en la backpack y daypack, todo cupo como lo pensé. Me despedí de la gente en el hostal y salí a la calle rumbo a la estación de metro en Tian'anmen. Antes decidí pasar a la tienda de una chinita para comprar comida para el tren ya que el viaje sería largo y cansado. Compré un par de litros de agua, unos botes con letras chinas y una cara sonriente comiendo fideos y algo de té. Pagué y seguí mi rumbo. Parecía que iba cargando al mundo en mis hombros, entre las dos maletas cada paso parecía clavarse en el concreto y dar el siguiente era difícil (y eso que viajo ligero). Finalmente llegué a la estación, compré un boleto, pasé por el punto de seguridad y me embarqué hacia la estación de tren. Al llegar tenía aproximadamente 40 minutos para documetar y completar los requisitos del viaje. Comencé a mirar las grandes pantallas de luces para buscar el tren T5 que va de Beijing a Guilin. Jamás lo encontré, entre los caracteres chinos que son confusos y las luces tintineantes tuve que preguntar en un mostrador.


Mostré el boleto y las dos chinas dejaron de serlo en el momento que los ojos rasgados se volvieron redondos. Comenzaron a gritarse entre sí y luego se dirigieron a mí, " Dong-de-ching-ad-os-estab-as-te-ching-azte-el-chu-chu-zale-de-otra-estazion (fue lo que me dijeron con sus caras)." Me indicaron que fuera a hablar con un policía que apenas masticaba el inglés y me dijo que me equivoqué de estación. El tipo dijo, "street, train station,taxi." Sabía que me decía que tenía que tomar otro taxi para no perder el boleto. Salí corriendo como pude cruzando la explanada frente a la estación para buscar un taxi. Finalmente un taxista me dijo que era imposible llegar debido a que la otra estación se encontraba a casi 30 minutos de camino. Me indicó que fuera a las oficinas de trenes para cambiar mi boleto. Si no hacía un cambio antes de las 4:10 p.m. (hora de salida del tren) perdería casi 60USD (eran las 3:55 p.m.).


Corrí como nunca, llegué a los mostradores de cristal y las filas eran interminables. Ni modo, a la mexicana me fui hasta el frente para hacer el cambio. Me atendió una chica y cuando vio el boleto simplemente giró su cabeza de un lado a otro. Buscaba en su pantalla y seguía moviendo la cabeza. Se levantó y la seguí. Ella dentro del tranquilo cuarto de cristal y yo fuera entre un caótico mar de chinos. Llegó a otro mostrador con otro agente que me dio la opción de cambiar el boleto sin cargo, sin embargo, saldría hasta el 9 de mayo por la tarde. Accedí y respiré de nuevo cuando la impresora imprimió el boleto. Regresé al hostal, tengo una cerveza, internet y una cama por hoy.

Zhal-hud-oz-Ching-ad-oz

jueves, 7 de mayo de 2009

Carta desde Beijing

Efectivamente, el entrar a China fue toda una odisea. Al llegar al mostrador de American en Dallas me preguntó la chica, "tienes visa para viajar a Tokyo?" Le contesté con una negativa y comencé inmediatamente a cuadrar un nuevo itinerario. El objetivo era viajar vía Tokyo y posteriormente Beijing, sin embargo, la opción Chicago-Shanghai (avión) y Shanghai-Beijing (tren) fue mucho más divertida. Una vez que el avión aterrizó en el aeropuerto de Pudong todos tomaron sus tiliches y se prepararon para bajar. Sorpresa! En la puerta había un ejército de hombres vestidos de blanco, cubiertos desde la suela de los pies hasta la cabeza. Entraron e invadieron el avión desde primera clase hasta económica. Traían consigo unas pistolas electrónicas para medir la temperatura corporal con el solo hecho de apuntar a la frente de cualquier individuo. "Close your eyes Mr." Tardamos aproximadamente 45 minutos en que le fuera tomada la temperatura a todos los pasajeros, yo pensaba que incluso se la estaban tomando a las maletas por precaución. Una vez que bajamos tomé el famoso tren Maglev que va desde el aeropuerto hasta la ciudad. Pinche velocidad! Zummmm! 300kms. por hora se dicen fácil, pero mientras te agarras bien del asiento en las curvas para no llegar con novedades. En cuestión de 6 minutos estaba en la estación del metro para dirigirme a la estación de tren (Agradezco al Ing. Sepúlveda la fabulosa recomendación, de no haberlo hecho me hubiera tomado casi 1 hr. llegar al lugar).

Una vez que se entra a la Tierra de Mao, a la de las bicicletas, a la de la verdadera y auténtica comida china (con montones de carne y pollo), a la de los grandes y espectaculares palacios, a la de la cerveza barata, de la vida tranquila, de las plazas y paseos, madre de la pólvora y la tinta, de la Ciudad Prohibida, de la extensa y cansada Muralla, de Beijing y Shanghai, de Guilin y Chengdú, a la de los grandes mercados de imitación, a la de los neones en vez de luz mercurial todo de vale madre. La influenza se quedó en otro lado! Pocos preguntan por preocupación más que por crear pánico.


Estoy en la China multiétnica y esplendorosa. Saldré en un tren hacia el sur, hacia la tierra de la lluvia y el arroz.

Zhal-hu-dhoz