viernes, 27 de marzo de 2009

Closed. Cerrado. Fermé. Geschlossen: Tibet

Desde hace algún tiempo tengo la inquietud de visitar China, sin embargo, por cuestiones ajenas a mí no se ha concretado. A principio de año estuve visualizando los viajes para el 2009 -usualmente son dos - y trato de hacerlos durante el primer y último trimestre del año. A veces las cosas no salen acorde a lo planeado, sin embargo, aunque sea a mitad de año un viaje siempre es un viaje. El plan es el siguiente: viajar desde Shanghai o Beijing en tren hasta Lhasa en el Tibet. Me tomará aproximadamente 48 horas en llegar del punto A al punto B, obviamente, con las respectivas aventuras de cruzar gran parte del territorio chino sobre rieles.


Hace un par de semanas estaba leyendo el New York Times y uno de los encabezados decía que el Tibet estaría cerrado durante marzo hasta nuevo aviso. Esto se debía a que se celebraba el 50 aniversario de la ocupación China en aquel territorio. Me quedé congelado. Tuve que pensar en otras opciones de viaje, sin embargo, la cabeza se cerró y se mantuvo sobre la idea de visitar Asia. Al parecer las representaciones diplomáticas chinas en todo el mundo darán el banderazo el 1 de abril para autorizar la entrada a los turistas. Estaré esperando los boletines para ver qué pasa, mientras tanto, sigo con la investigación y la compra de los artículos necesarios para el viaje.

Metal, por favor...


Después de haber estudiado guitarra un par de años, ya era necesario migrar a lo eléctrico. En la guitarra acústica de Paracho apenas se escuchaban las cuerdas, el color y la forma no era tan cool y del floyd rose (mecanismo que afloja el puente de la guitarra mediante una palanca creando un sonido de distención) olvídense. Recuerdo que para 1993 el disco de Nothing Else Matters estaba en los oídos de todos los pubertos debido a la armoniosa compilación musical que lograron. Los solos de guitarra, los riffs estridentes y los fuertes sonidos de la batería atraían hasta al más sordo. Mi buen amigo Gregorio había obtenido para su cumpleaños una flamante lira Epiphone Les Paul color negro con herrajes dorados. Fuck damn! Estaba (o está, si es que no la ha vendido) de po-ca-ma-dre! Recuerdo que cuando iba a su casa a visitarlo o ¨disque¨ a terminar mi tarea me la pasaba tocando toda la tarde. Llegaba yo con mi guitarra parachera y le hacía un cambalache, ¨presta pa´ la orquesta, al cabo tú la tienes todo el día.¨


Recuerdo que la primer canción de Metallica que aprendí fue justamente Nothing Else Matters. La canción mantenía un balance musical casi perfecto. Comenzaba con un suave arpegio que en el fondo era acopañado por un sencillo juego de cuerdas casi imperceptible. Boom ! Entraba la batería de Lars Ulrich y la voz de James Hetfield acompañadas por una leve distorción que salía de la guitarra de Kirk Hammett. A mitad de la canción regresaba otro arpegio y un juego de cuerdas, la tarola de la baterìa sobresalía marcando los tiempos perfectamente. Conforme la canción llegaba al final la intensidad tando de la voz, la batería y guitarra se incrementaban. Para hacer énfasis regresaban las cuerdas y finalmente bang ! El breve pero detallado solo del Sr. Hammett acopañado por una pesada distorción.


Después de Metallica comencé a escuhcar la verdadera música: Pearl Jam, Stone Temple Pilots, Radiohead, Rush, Deep Purple, Jimi Hendrix, King Crimson, Dream Theatre, Guns & Roses, Nirvana, Iron Maiden, The Police, Cream, Eric Clapton, Led Zepellin, Pink Floyd, Van Halen, U2, Black Sabbath, Santana, The Mars Volta y luego salté al Jazz, pero esa es otra historia. Habrá un concierto de Metallica el próximo mes de junio y posteriormente en septiembre. Cuando hay un evento de esa talla tanto el universo como el bolsillo se conjugan, conspiran y lo hacen posible.
Paz ...

lunes, 9 de marzo de 2009

Pásele güero ! Chichicastenango, Guatemala

Kuna Yala y Panamá quedaron atrás despuès de un vuelo de casi una hora y media. Llegué al Aeropuerto Internacional de Guatemala y recogí mi backpack. Salí para tomar un taxi y dirigirme a la estación de autobuses más cercana. ¨Shuttle a Chichi, Lago Atitlán y Antigua¨, gritó un tipo. ¨Taxi y guía privado a cualquier destino de Guate¨, gritó otro. ¨Come here, I have the best price¨, le dije que hablaba español y que era mexicano. ¨Necesito que me lleve a...¨, la guía estaba en mi backpack y tuve que descargar para poderle dar la dirección exacta. Una vez arreglado el asunto de las direcciones y los dineros me indicó un pequeño taxi amarillo, ¨Suba por favor¨. Comenzò el discurso, ¨mi nombre es tal, soy taxista y guìa oficial, le ofrezco mis servicios mientras se encuentre en nuestro país¨. Pregunté, ¨cuánto me cobra por llevarme hasta Chichicastenango?" Respondió, ¨170 dólares¨. Puff ! Mi presupuesto no daba para tal lujo. Me dejó en una avenida donde cada hora salìan camiones hacia Atitlàn, Antigua y otras ciudades. Todo por 5 dólares convertidos a los correspondientes quetzales.


Después de casi tres horas de camino, subiendo y bajando cañadas, llegué a mi destino (del viaje en el camión después escribiré). Era sábado, perfecto para conseguir hotel y conocer el pueblo por la tarde. Al día siguiente me esperaba un buen baño temprano para salir el amanecer del domingo. Chichicastenango es conocido por su mercado y la famosa iglesia de Santo Tomás que fue construída sobre los cimientos de un antiguo templo maya. Caminé hacia la plaza principal una vez que encontré cuarto y cama. A lo lejos, sobre los improvisados techos de lona y los puestos, sobresalía la blanca iglesia. Entré en el mercado municipal, debido a que ya estaba casi oscureciendo, los vendedores recogían apresurados las frutas y verduras. Despachaban a los últimos clientes mientras hacían la cuentas del día. Salí, a lo lejos, la puerta de la iglesia era iluminada por una tenue luz amarilla. Conforme me fui acercando el aroma del copal y el humo proveniente de un bote envolvía a una señora. Durante el día y parte de la noche hay gente que llega para dejar ofrendas a las puertas de lugar.









Amaneció. Eran las 4:30 a.m. y el ruido de las gallinas, casi imperceptible, anunciaba que el mercado comenzaba a despertar. Tomé mis cosas y caminé bajo una leve llovizna hasta llegar a la plaza. Las pesadas nubes apenas dejaban que el sol cayera sobre los techos de lámina. Poco a poco el pueblo comenzó a cobrar vida. Las pequeñas calles que se comenzaron a llenar de gente, algunos iban a comprar y otros a vender. Los escalones de la iglesia fueron tapizados con cubetas con flores de todos colores y el copal comenzó a arder impregnando a quien desafiara la cortina de humo.








lunes, 2 de marzo de 2009

हरिद्वार भारत : el Registro de India ( I )

Dormimos en un templo Krishna en Hrishikesh después de haber viajado 5 horas desde Delhi. Ranjan nos dijo que al siguiente día nos llevaría a Haridwar ( हरिद्वार भारत ) que está a 25 kms. de distancia. Despertamos con el sonido de las campanas y los tambores que se filtraba por la delgada puerta de madera. Si algo tiene el canto y música de los krishna es que es repetitivo y muy armonioso, aunque el cuerpo lo pidiera, quedarme dormido más tiempo iba a ser imposible. Tomamos nuestras cosas y partimos rumbo al siguiente destino. El calor era agobiante y el vapor que había en el ambiente no tardó en provocar que el sudor comenzara a brotar. A los 15 minutos de haber bajado de la camioneta la tela de la camiseta estaba completamente adherida a la piel, los hilos de sudor bajaban por toda la espalda. "Carlos y Eduardo, ya que estamos en Haridwar me gustaría registrar a uno de mis sobrinos que acaba de nacer. No tardaremos mucho". Como Ranjan era nuestro guía y amigo accedimos a la petición. Caminamos por espacio de 15 minutos entre las concurridas y caóticas calles del pueblo. Motocicletas, bicicletas y rikshaws desafiaban cualquier tipo de orden y ley de libre tránsito. Ríos de gente subían y bajaban por las angostas calles para desembocar en las avenidas más amplias. Finalmente, entramos a un mercado en el cual los delgados techos de lámina nos protegían por momentos de los fuertes rayos del sol.


Difícilmente le seguíamos el paso a Ranjan que iba encabezando la caminata y de vez en cuando se perdía entre los puestos y la gente. Entre dos locales había una delgada puerta que conectaba a un patio central por medio de un obscuro pasillo. Entramos. Al llegar al final había una especie de vecindad y en el centro había un gran y robusto árbol. Había aproximadamente 10 o 12 puertas que daban acceso a pequeños cuartos. Pensé que aún no habíamos llegado al registro, lo imaginé como una oficina con máquinas de escribir, dependientes de gobierno y grandes libreros con tomos de los registros anteriores. "Pasen -dijo Ranjan- ya le fueron a avisar a la persona que tomará el registro". La habitación era pequeña, sin muebles mas que las viejas alfombras que cubrían el piso. Afortunadamente era fresco y por un momento pudimos parar a descansar. Llegó el brahmán, era un hombre de entre 40 o 45 años que había dedicado su vida -siguiendo la tradición familiar- a mantener los registros de ciertas castas de India. Salió del pequeño cuarto y regresó con con un gran fajo de hojas unidas entre sí por un delgado cordón. Deshizo el nudo y extendió las hojas, mientras buscaba Rajan nos explicó ,''Esta familia de brahamanes ha mantenido el registro de toda mi famila (Gaur) desde el nacimiento de la misma. Ellos son los encargados de mantener la información intacta de nacimientos y defunciones".


Intercambiaron algunas palabras y comenzó a anotar en sánscrito nombres, fechas y lugares. Al finalizar pidió a Rajan que firmara y pidió un testigo, esto para rectificar que un miembro de la familia había sido quien verdaderamente registró el nacimiento. Intercambiaron unas palabras. Ranjan nos dijo, "les quiero pedir que firmen como mis testigos". Bang ! Nuestros nombres quedarían escritos en un libro cuya entrada más antigua tiene aproximadamente 300 años. Nos pidió nombres, procedencia y los más importante, la relación con la familia . Ranjan contestó, "amigos de la famila Gaur". Tembloroso tomé la pluma de tinta azul y plasmé mi firma, lo mismo hizo Eduardo. Se agradecieron entre ellos y un simbólico pago dio por terminado el trámite. Tomó el libro, lo enrolló y lo anudó.


domingo, 1 de marzo de 2009

Señales...

Para mi amiga,

Sonó el teléfono. "Hello, cómo estás ?", preguntó la voz. "Crees en las señales?", volvió a preguntar. Le contesté que sí y en broma replicó, "o muy apenas crees en las de tránsito?". Sabía de lo que hablaba, me comentó de una situación que recién le había sucedido que la dejó pensando por un momento: una señal en un libro. A pocas personas les he platicado lo que me sucedió en un viaje a Turquía, justo en un paseo por el Bósforo después de un largo día de caminata por Estambul. Llegamos al embarcadero ubicado cerca de la Mezquita de Ortaköy en el lado europeo. Carlos Pompa había conocido a la chica que nos acompañaba durante su intercambio en Francia. Al saber ella que visitaríamos su país, ofreció -junto con su prometido- llevarnos a conocer la ciudad de noche. Subimos al ferry, el viento era frío mas no helado. La ciudad se alumbró con un tono amarillo y la Mezquita Azul de Sultanahmet parecía flotar en el horizonte. Subimos a la parte alta del barco y nos ofrecieron té o café. Ellos escogieron la primera opción; mi tocayo y yo, la segunda. El barco zarpó con dirección norte, hacia el Mar Negro.


Durante el trayecto, ella (no recuerdo su nombre y no lo voy a investigar) nos ofreció leer nuestro café. Yo, con una cara de escéptico, seguí admirando las montañas tapizadas con pequeños focos y su respectivo reflejo en el agua. Terminamos. Nos dio indicaciones para dejar reposando las tazas. Dijo, "tomen el plato y pónganlo sobre la taza, den algunos giros en contra de las manecillas del reloj y después volteen la taza sobre el plato. Cuiden de no derramar el contenido fuera del borde de la taza". Mi esceptisismo creció. Pasaron algunos minutos mientras la porcelana se enfriaba y el café en conjunto con la energía de los giros nos preparaban el mensaje. Carlos fue el primero en platicar con ella, no sé si fueron 10 o 15 minutos que mi tocayo casi ni respiró. El reflejo de las luces sobre su cara apenas me dejaba ver el parpadeo natural. Cuando terminó, se me acercó y dijo, "está cabrón, lo que me dijo es cierto". Tomé asiento, sonrió y luego puso su mano sobre la base de la taza y dijo algo en turco. Lentamente la giró, el destino se había manifestado en los pequeños granos de café. Comenzó a hablar, el golpe de la proa contra el agua se perdió, solo estábamos ella y yo. Me describió, dijo lo que sentía y quería en ese momento. Me tranquilizó, "te preocupas de más, tienes tu vida arreglada". Agregó algunas cosas que iban a pasar y pasaron a mi regreso. Quedé helado. Regresamos al embarcadero, extasiados por la vista y asombrados por la plática.


Tres cosas me quedaron muy presentes, la primera ya se cumplió. Sigo esperando las otras dos. Creo en las señales, ya sea que vengan de un libro o que se dibujen en el cielo. Creo en la extraña y fabulosa conexión entre nuestra energía y la pasta del café.