viernes, 6 de febrero de 2009

No sé qué escribir...


(6:46 p.m.) Estoy bloqueado. Después de haber planeado la tarde para tomar café, leer y escribir hasta ahora solamente se han cumplido las primeras dos acciones. Sin embargo, las ideas comienzan a fluir lentamente después de haberle dado la vuelta a varios temas. Me gusta escribir rodeado por el aroma del café y el leve pero constante bullicio de una cafetería. Creo que hay más distracciones en mi casa que en un lugar público. Estoy leyendo un libro que estuve esperando desde el año pasado, se llama El Viaje del Elefante por José Saramago. Durante gran parte del 2008 el famoso escritor portugués y ganador del Nobel de Literatura en 1998 estuvo internado debido a problemas de salud. Finalmente, su obra salió a la venta en México el primero de febrero y ya la tengo entre mis libros por leer. El autor narra la historia verdadera del gran regalo que hizo Juan III (Rey de Portugal) al Archiduque Maximiliano de Austria: el elefante Salomón. Investigué la parte histórica del hecho y en efecto el elefante tuvo que caminar desde un poblado cerca de Lisboa hasta Barcelona. De ahí fue embarcado a Génova para posteriormente tomar la ruta al norte pasando por Trento y finalmente Viena. El libro tiene una lectura fluída y digerible a diferencia de otras obras escritas por el autor.
Desde hace aproximadamente un año y medio he seguido de cerca el trabajo de Saramago, si mal no recuerdo, el primer libro que leí fue La Caverna. Posteriomente vinieron Todos los Nombres, El Hombre Duplicado, Ensayo sobre la Lucidez, Ensayo sobre la Ceguera, Historia del Cerco de Lisboa, Intermitencias de la Muerte, Cuento de la Isla Desconocida y El Evangelio según Jesucristo. Hay un tema redundante en los textos de Saramago que me parece interesante explorar: los límites del ser humano. Me declaro fanático y admirador del autor, así como de su postura ante el poder desmedido de la iglesia católica y su discurso milenario. Encontré el siguiente fragmento de una entrevista que me gustó y me pareció justo compartir:
Eduardo Lorenço habla de Saramago como "la mano izquierda de Dios". Es ateo, pero crece empapado de cultura cristiana. ¿Para el erotismo, para el amor, ha tenido que luchar mucho contra el pecado? No. Cuando escribí El Evangelio según Jesucristo, que tuvo las consecuencias que sabemos, en el discurso de agradecimiento al jurado le puse un título que era El derecho al pecado. Uno de los grandes inventos de la Iglesia católica ha sido inventar el pecado, y después de inventar el pecado, inventar un instrumento de control de la gente. ¿Quién ha decidido lo que es pecado y lo que no lo es? Gran parte de la historia es un absurdo. Y la historia oficial, en la que la Iglesia ha tenido tanto que ver, es una sucesión de disparates.




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