jueves, 13 de agosto de 2009

Crónicas perdidas: M.B.A. en Jaipur, India

Fue en marzo de 2006 cuando el Indio, Massa y yo decidimos visitar India por primera vez. Había algo que me atraía de aquel país pero no sabía qué esperar. Justo como lo explicaba la guía de Lonely Planet que llevaba, "será un asalto a todos los sentidos" y tenía razón. Ranjan nos recibió en el aeropuerto y era la primera vez que hacíamos negocios con él. Nos comentó que su amigo, quien supuestamente nos iba a recoger, estaba enfermo y fue él en su lugar. Nos explicó camino al hotel el tour que haríamos: El Triángulo Dorado. Dicho tour comprende las ciudades de Delhi, Agra y Jaipur. Al día siguiente nos asignó a un chofer que nos llevaría por los caminos indios. Cabe mencionar que son caóticos e impredecibles, pueden encontrar camellos, uno que otro elefante, rápidas motocicletas, escurridizas bicicletas, grandes, pesados y feroces camiones de carga e indefensas y ligeras camionetas de turistas como en la que nos transportaban a nosotros.

Después de haber probado la velocidad y comprobado la mestría en manejo de la que gozan los choferes, llegamos Jaipur. Ubicada en el estado de Rajasthan se le conoce como La Ciudad Rosa, esto debido a la piedra con la que fueron construídos la mayoría de sus edificios. Llegamos al hotel y como siempre, a encender el aire acondicionado y comprar cervezas. Durante la tarde fuimos al mercado central de la ciudad que más que mercado parecía ciudad. Regresamos al hotel y repetimos el ritual del viento y la bebida. Una vez que oscureció, Massa y Eduardo decidieron salir a caminar para conocer la ciudad de noche. Yo me quedé terminándome las últimas gotas de una helada Kingfisher y viendo cómo los indios le pueden poner música hasta un funeral. Al poco rato regresó Eduardo para invitarme a un café que estaba a pocas cuadras. A regañadientes renuncié a las plácidas bendiciones de la habitación, tomé mis chanclas y salimos. Camino al café, un grupo de jóvenes que iban en sentido contrario al que nosotros íbamos nos saludaron. "Jelou, where are you from?" Dudamos en contestar pero pensamos, " qué más da, un saludo más un saludo menos." "We are from México", y ellos contestaron inmediatamente, "Ohhh, nice country?" (Esa es una de las típicas respuestas) Platicando con ellos nos "hecharon el choro"que trabajaban en un orfanato o casa de asistencia para niños de la calle. Nosotros dudamos del cuento después de que en un tienda nos presentaron al supuesto sobrino de Ravi Shankar. No mamen! Conectadas nuestras mentes (o sea, la de Eduardo y la mía) decidimos seguir el camino y pensamos, "si no nos vamos estos amigos nos van a vender algo."

De pronto sacaron un par da marionetas que supuestamente habían fabricado para los niños. Nosotros obviamente no les creímos y ellos insistieron. "Believe me Sir, tha pur kids don't have enithing tu it. Ruppee, please." Fue ahí cuando decidimos aplicar nuestro Master in Business and Administration y dijimos, "no". Comenzó la negociación "fifty ruppee, mmm, therty ruppee, tuenti ruppee." Nosotros nos plantamos con la negativa. Finalmente se fueron, llegamos al café y Massa ya estaba viéndole el fondo a la taza mientras nosotros pedíamos un par de prensas francesas.

Nota: A continuación verán los dos muñecos que compramos como filántropos que somos (a.k.a. El Apu y la Manyula).


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