jueves, 27 de agosto de 2009

Let it snow, let it snow, let it snow... (New Haven)

En febrero de 2008 viajamos de curso a Dallas y posteriormente a New Haven para visitar a Raul quien estaba estudiando en Yale. Durante el vuelo de Dallas a Bradley Gómez y yo decidimos comenzar una pequeña fiestecita en la cabina de económica, esto debido a que la clase más alta del avión ya había sido ocupada por hombres y mujeres de negocios. Después de que la sobrecargo nos sirvió una aburrida bebida de cola con hielos decidimos "cambiar de esprea" y la llamamos. "Yes, how can I help you?", nos preguntó la güera en un tono amable y suave. "We want some liquor", todavía con un inglés claro y fresco. "We have some liquor and beer for sale, each for 5USD", nos contestó. Gómez pidió vino tinto y yo una botellita de Bourbon Jack Daniels. Platicamos y platicamos, el avión iba silencio que hasta parecía que nosotros éramos los únicos que viajábamos. Antes de aterrizar nos dimos cuenta que cada quien se tomó por lo menos 3 botellitas de la bebida elegida. Al salir íbamos tan felices que casi le dábamos un beso a la güera que nos atendió. El vuelo de 2hrs. se volvió de 20 minutos. Llegamos al aeropuerto de Bradley y Raul ya nos estaba esperando, había rentado un auto y traía buena música para el camino. Salimos de la terminal y la delgada nieve cubría todos los autos en el estacionamiento. Hacía un frio encabronado!

Viajamos aproximadamente 40 minutos hasta New Haven y como buenos mexicanos nos dirigimos sin escalas al primer bar que encontramos. Era un bar de estudiantes que estaba situado en el centro de la ciudad. Nos acercamos a la barra y para abrir boca Raul nos invitó un bourbon de la marca Maker's Mark. Pronto le vimos el fondo al pequeño vaso de vidrio que fue seguido por un whiskey con hielos. Al terminar fuimos a su casa para seguir con la fiesta. Había rentado y remodelado el ático de una casa antigua, era muy acogedor y hasta tenía pantuflas para los invitados. Después del tour fuimos a la cocina para ver qué podíamos tomar, obviamente la leche y el café quedaron descartados desde el primer momento. Había algo de ron que ayudó a quitarnos el frío.

Amaneció. Raul ya estaba trabajando, Gómez estaba en el 5to. sueño y a mi cabeza pedía café. Fui a la cocina donde había una pequeña cafetera Krupps para hacer espresso. Quité el porta-café, vacié una medida, apreté y armé la cafetera. El delgado hilo de líquido negro pronto lleno la taza mientras el leve aroma subía hasta mi nariz. Decidí tomar un baño que finalmente fue el que me despertó. Debido a que el ático no estaba hecho arquitectónicamente para ser habitado, la tina de baño había quedado debajo de una de las aguas de la casa. O sea, era imposible bañarse de pie a menos que se alineara la espalda del individuo con la diagonal ascendente del techo. Raul me dio una toalla, me indicó dónde estaba el calentador, el apagador de la luz y algunos jabones y shampoos. Sin embargo, le faltó darme la indicación más importante de todo el ritual. Me quité la ropa, abrí la pequeña regadera, introduje uno de mis pies seguido por el otro, con ambas manos me sujeté fuertemente de las orillas y después, "en la madre!" Tan pronto mi trasero tocó la tina helada el frío subió rápidamente en forma de cosquilleo por las socialmente bautizadas "Partes Nobles". En ese momento perdieron la alcurnia y se convirtieron en "Pe-que-ñas-par-tes-no-bles". Me paré los más rápido que pude y me quedé viendo a la pesada tina de mármol como si ella me hubiera dado el castigo a propósito. Tomé la pequeña regadera, abrí el agua caliente y comencé a templar to-da-la-ti-na. No quería que ninguna parte de mi cuerpo volviera a tocar el hélido marmol otra vez.

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