miércoles, 20 de mayo de 2009

El Mapa del Cuerpo

Desde hace algunos años me he interesado en leer acerca de la reflexología, acupuntura, moxibustión y en general acerca de los masajes. Manos, cabeza, pies, brazos y manos son puntos interesantes para practicar dichas disciplinas. Caminando por Beijing con Deborah, después de un día de 35 grados centígrados, un sol asiático agobiante y una caminata de 2 horas por el Palacio de Verano, decidimos ir a comer cerca del hostal. Encontramos un pequeño restaurante donde nos atendían como emperadores siendo simples mortales. Antes de comenzar a comer el dueño nos ofreció un cigarro, posteriormente vinieron 600ml. de cerveza fría. Sirvieron los tres platos con arroz frito, camarones con cacahuate y salsa agridulce y finalmente los clásicos fideos. Durante la comida Deborah me comentó, ¨todo está perfecto, lo único que nos falta para cerrar la tarde es un masaje de pies.¨ Con los palillos en la boca simplemente moví la cabeza estando de acuerdo con su comentario.


Pagamos. El sol seguía castigando las acercas y los sombreros chinos, antes de doblar la calle para llegar a nuestro hostal vino la iluminación. En un estética, en un cartelón grande a colores y caracteres chinos estaba dibujado un par de pies con su respectivo mapa reflexológico. Seguimos caminando y finalmente decidimos parar a preguntar si había masajes de pies. La chica que nos atendió apenas nos entendía, nosotros apuntábamos al cartelón (específicamente al riñón en el mapa reflexológico) mientras a ella los ojos se le volvían redondos. Finalmente logramos comunicarnos y nos ofrecieron dos masajes de cuerpo completo por 120 yuanes. Entramos por el pequeño pasillo esquivando las sillas de la estética y una tina con un trapeador. Antes de entrar al cuarto, pues creí que ambos estaríamos en la misma habitación, una de las chicas me indicó que subiera por una angosta y empinada escalera. Obedecí.


Entré en un pequeño cuarto donde había solamente una cama y una ventana, me hizo una seña para que me recostara boca abajo. Me quité las gafas, el reloj, los zapatos y mi backpack. Comenzó por los pies, después las pantorrillas, los muslos y luego hizo un alto en la siguiente estación. Estuvo por casi 10 minutos dándole masaje a mis nalgas y pensé, ¨con la caminata y el masaje definitivamente voy a salir como todo un figurín.¨ Siguió con la espalda baja, espalda alta, los brazos, las manos, el cuello y finalmente la cabeza. Para cuando llegó a la parte superior del cuerpo los párpados pesaban como plomo. Posteriormente me volteó boca arriba y comenzó de nuevo, en la misma dirección pero sin escalas. Terminó 15 minutos antes de la hora, de pronto me tomó una mano y puso la suya en mi bícep. Como diciendo, ¨tu-taz-fuerte-mano-grande." Y le dije, con señas, ¨yo-masaje-espalda-tú.¨ Y se hizo la luz, me dio la espalda y comenzó otro masaje. Al cabo de 20 minutos recogí mis cosas y salimos. Al bajar me regaló un vaso con agua y la tarjeta del lugar. Deborah y yo seguimos nuestro camino al hostal, ella quejándose del fiasco del masaje y yo con una pequeña sonrisa. De algo sirve tocar guitarra.

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